Edad media,
clase media, vida media.
PhDlandia es
un mundo dolorosamente medio: uno no es doctor ni es estudiante en el
cómodo y clásico sentido del término; uno enseña en la
universidad pero no es profesor; uno escribe y escribe y escribe pero
no es escritor; uno publica pero no es autor. PhDlandia
es ese punto en el que la gente al rededor de uno se está
reproduciendo (y uno se sigue resistiendo), en el que se puede ver en
perspectiva y comparar la vida propia y la de los viejos colegas y
apreciar que uno sigue en un medio bien cómodo: unos han hecho
mejores vidas (i.e. los que ganan el doble por la mitad del esfuerzo)
y otros peores vidas (i.e. los que siguen en la dinámica del
resentimiento ganando la mitad por el doble del esfuerzo).
PhDlandia es el punto en el que uno sigue putamente confundido pero
donde a la vez se entiende que la adolescencia ya pasó (hace años)
y que hay que abordar la confusión desde otro lado que no sea la
pataleta y la queja constantes sino desde una perspectiva más
aterrizada, más sofisticada: desde la serenidad de la adultez
incipiente que son los late twenties or early
thirties or these thirties that are the new twenties or vice versa.
Claro, eso implica cierto recato: no pavonearse de la madurez que no
ha llegado (“madurar es...” chillan los más culicagados)
ni volverse un insufrible con actitud parrandera forever 21 de la
juventud que ya pasó.
En el mundo
medio que es PhDlandia
sobresalir es una de las grandes metas (ser profesor de
Tal University, ser publicado en Tal Journal, en Tal University
Press, ser invitado a Tal Congress, ser Keynote Speaker) pero también
se aprende que en el corporativismo académico del siglo XXI ser un
Rock Star es una utopía lograda por unos muy pocos en el siglo
pasado –y no por falta de talentos out there, sino por falta de
guita in here. Y mientras se puede terminar una tesis no tan original
(porque todo es paródico) y obtener un trabajo no tan prestigioso
(tenure-tracks, where are you?), mientras se puede publicar lo
debido y tal vez un poco más, mientras se hace el requerido e
insufrible networking face to face en congresos o linkedin to
linkedin con invitaciones to join my network, mientras pasan los días
y las noches escribiendo la interminable tesis doctoral, uno sigue
luchando en contra del anonimato aún teniendo nombre propio: dos a
falta de uno María Fulanita de X y Tal.
En el mundo
medio que es PhDlandia sobrevivir es la gran meta. Sobrevivir a las
múltiples clases que se toman semestralmente, las clases que se
enseñan, los culicagados que las toman, el Master's exam, las listas
doctorales, el PhD exam, el proyecto de disertación, los advisors,
los viajes, las clavadas estudiando en el más absoluto
enclaustramiento. Sobrevivir el anonimato en un mundo que,
reprofesionalizado y reperformativo, lo condena –paradoja de esta
reducidísima “élite” intelectual. Iniciando el segundo capítulo
de mi tesis doctoral voy a sobrevivir de la mejor forma posible:
escribiendo sobre la supervivencia académica. Y seguro cuando todo
termine seguiré en el más indigno de los anonimatos pero como buena
clasemediera en PhDlandia (que está llena de sujetos como yo)
fortaleceré ese optimismo mórbido del que tiene fe en que la
educación va a conseguirle un trabajo digno que lo mantenga en su
mundo, clase y vida medias.
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